Peso muerto

Mirando desde la cama, trozos de vidrio, trozos de vidas, fotografías y arena de playa en un cenicero. Soñando en blanco y negro con constelaciones en caída libre, grietas en el cielo y en los labios, un peso muerto dentro de una caja de plástico. Alteraciones, emociones, y balazos en el pecho de John Lennon. Escribiendo bajo el parpadeo de las estrellas ácidas o buscando armonía en notas de suicidio, en clave de sol. Jim me susurra al oído, me habla sobre naves de cristal, me pregunta cuando despertare. Pero como voy a saber cuando despertare si ni siquiera recuerdo el momento en el que me dormí, si ni siquiera recuerdo la ultima vez que mire las cicatrices de mi espalda, los estigmas de unas alas arrancadas. Aún recuerdo cuando sabíamos volar.

Vacio

En un vano intento de recuperar la voluntad de existir que la vida me robo hace tres o cuatro meses contemple con indiferencia miles de amaneceres que salpicaron la calma de los milenios. Supe, entonces, que cada noche la realidad arremeteria con constancia contra la cordura, y que seria imposible acercarse a observar la muerte sin ser cegado por el miedo. Termine de enterrar la inocencia bajo la luz rojiza de los astros, de los cometas sin correa que jugaban con la marea, que, como cada noche, teñian las tinieblas con una cosmica paleta de colores. Hice un ultimo esfuerzo por colorear el silencio con los sonidos del desierto, por imitar con lagrimas a la lluvia de la que dias antes me habia enamorado. Entonces comprendi que no hay nada eterno, y que la razon por la que derramaba lagrimas se escondia entre la niebla de los martes por la mañana. Rebusque inutilmente en el buzon en un intento de encontrar el cariño que encargue la semana pasado,y fue, en ese fugaz instante, cuando comprendi que estaba vacio.

Cosmos urbano

En cada esquina se pueden ver las ramificaciones purpureas de la agonia de un toxicomano sin nombre alimentando el morbo de los viandantes por un poco de níquel. Carteles oxidados anuncian un espectaculo en el anfiteatro de la gravedad. Los rostros desteñidos observan todos los pasos de un hombre que sujeta un maletin verde lleno de dimensiones. La ciudad huele a cadenas y humedad, sus muros estan mojados por las lagrimas de angeles crucificados. Una lagrima se escapa de los ojos de Dios, comtempla el invierno nuclear desde los barrotes de su celda. El oxigeno me ahoga, salgo a la calle para respirar un poco de asfixia y vacio, me hundo en un cosmos urbano.

Dolores de cabeza

Nos empeñamos en sacar al sufrimiento de su letargo con alaridos de irracionalidad, contemplamos con impotencia el zenit de la frustracion. Actuamos esclavos de una realidad distorsionada, de una involuntaria dilaticion de los hechos. Nuestras vidas son el reflejo de una racionalidad crucificada, y no sabemos mas que arroparnos con mantos raidos por los recuerdos, entre destellos neuronales y brillos metalicos. Vivimos encerrados en la prision que supone vivir, observamos sin asombro como el tiempo nos arranca fugaces instantes, y como sus restos se escapan segundo a segundo entre nuestros dedos.

Gastamos nuestro tiempo en charlar con el ego, en intentar detener los relojes, tratando de intentar llegar a efimeros extasis pasionales, entre dolores de cabeza y paralisis mentales. No podemos entender las miradas, hace ya siglos que perdimos la habilidad de leer entre lineas en las pupilas. Tratamos de subir a lo mas alto del pico del egoismo, desde el cual oteamos el universo, y solo nos queda el llanto.

Confinaciones

Consumido en mi silencio.
confinado en el martirio que supone
no encontrar palabras adecuadas.
El rojo reflejo de una sonrisa,
Basto para quebrar los muros.

Palabras que se censuran.
Susurros que se suicidan.
Gritos que se ahogan.
Confesiones que se inmolan.

Las reclamaciones atentas
que nos psicoanalizan
y muerden la moral con lascivia.
Mientras, rompen esquemas heroes,
y parsimoniosos lideres sepultan el futuro.
Y se poso en mi post mortem la inspiracion.

El atardecer regulariza odios,
Karmas imparten "justicia",
y cacofonias se repiten hasta la saciedad.
Oscilan patriotas que llevan versos al patibulo,
y la ignorancia patologica acuchilla precipitadamente
a mentes apaleadas y amordazadas.

Se me clavan con ruido sordo
agujas en ideas que hibernan.
Inviernos frios segaron gracilmente amorios.
El imponderable desgarro de la ineptitud resuena,
y ese es un eco que jamas sera acallado.

Dosis

Y como cada noche contemplo con melancolia los vestigios de otras vidas. En este lugar, donde los amaneceres son negros y ya nadie quiere recordar. Aqui no soy mas que el profano reclamo de los que, como tu y yo, hace ya tiempo que perdieron la fe. Amenaza constante tormenta en estos parajes. Reino de dioses rencorosos encadenados a la misera ira. Reino de perros negros.
En segundo plano memorias, siluetas, espectros de lo que otrora fueron vidas. Tierra mojada que narra historias de resentidas deidades. Y la tierra cuenta sus penas que se ahogan en la arena arrulladas por el estridente ladrido de los perros.
Oscuridad unica compañera de toxicomanos que buscan jeringuillas llenas de amor. Ilusos. El amor, un bien que se agoto hace milenios por aqui. El ladrido de los perros, la unica melodia que soy capaz de recordar.
No tengo constancia del efimero tiempo que se mofa de mi.
Los gritos se ahogan, los susurros se apagan, y cada tarde el ultimo halito de la providencia dibuja vidas con desgana.
Las ya consumidas conciencias que sucumben al paso del dios tiempo siguen buscando su dosis.
Yo, sigo buscando la mia.
Ilusos...

Marea

Sufro el tormento del que todo lo contempla impasible. Y quise salir para ver el exterior pero la realidad me dejo ciego. Mi cordura se aleja y colisiona con el cristalino universo de tus ojos, y yo, enmudezco. Se completan ciclos lunares y los recuerdos se pierden para siempre en un mar de falsas esperanzas.
Suben las mareas de la realidad que ahogan sueños y asfixian amores.
Bajan las sabanas de tu cama y mis versos se pierden entre tus piernas.
Si las paredes pudieran hablar...